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Círculo de Bellas Artes | ¿Francis Bacon sabía dibujar?

Matricula de honor para el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Su exposición “Francis Bacon. La cuestión del dibujo” recoge más de medio centenar de dibujos a lápiz, pastel y collage pertenecientes a la colección Francis Bacon Foundation of the Drawings donated to Cristiano Lovatelli Ravarino. Sin entrar en disputas legales sobre si son falsos o no, lo que si es cierto es que son obras que el propietario de dicha colección, Cristiano Lovatelli Ravarino (periodista, amigo íntimo y pareja del pintor durante años) recibió como regalo de manos de Francis Bacon, fechados y firmados por el pintor entre 1977 y 1992, y ahora ofrece en Madrid en una extraordinaria muestra.

Son cuatro los temas seleccionados en esta exposición:

  • Las visiones, o la temática del Papa Inocencio X (tema recurrente en sus pinturas),
  • Las figuras sentadas, imagen de la melancolía, la introspección de Bacon y la soledad reflexiva,
  • Los retratos y las cabezas, con esa idea continua de mostrarnos rostros convulsos que se deforman,
  • Las crucifixiones.

La suma de los cuatro temas, -de la exposición en si-, tiene que ver con la continua preocupación del artista por hacer lo que llamó una pintura histórica, con una estética narrativa que diera cuenta de los dramas históricos de un hombre como él, que vivió la II Guerra Mundial, la postguerra británica y su propia condición sexual en una época en la que la homosexualidad era concebida como enfermedad, rechazada del modo mas duro.

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La cuestión del dibujo”, así se titula la exposición porque sin duda es difícil para los estudiosos de Bacon asumir el Dibujo en su obra, nunca reconocido por el pintor, pero como explica Fernando Castro –Comisario- el pintor confesó a su amigo Sylvester: “Debería hacer bocetos, un montaje previo del cuadro, pero nunca lo hago. Con este tipo de pintura mía no es de mucha ayuda. En realidad la textura, el color, todo el proceso de realización son tan accidentales que cualquier boceto que hiciese antes solo podía dar como mucho una especie de esqueleto a partir del cual se pudiera desarrollar la cosa”. Esta frase, un tópico, lo que hace es generar la leyenda sobre el artista: que Bacon no dibujaba. Y que además no sabía dibujar. Increíble, pero cierto. Y no solo la colección de la Tate Modern londinense (700 dibujos) demuestra lo contrario sino que esta exposición reafirma su condición de extraordinario dibujante. Lo que Bacon dijo fue que no hacía bocetos previos para sus cuadros, pero nunca que no dibujara. Es muy distinto, y mal interpretado por muchos. Hay, conocidos, más de dos mil dibujos de Bacon, pero jamás hizo un montaje previo –o dibujo- de sus obras terminadas. La exposición muestra obras, dibujos acabados, pero en ningún caso bocetos o montajes previos para cualquiera de sus otros cuadros.

Bacon no hacía bocetos por una razón de teoría estética personal. Lo que en realidad quería era reflejar directamente en sus cuadros su estructura nerviosa, quería que fuera una proyección inmediata casi de carácter psicoanalítico, que el cuadro transmitiera la tensión energética y nerviosa en la representación de una realidad. Escapaba así de la estructura naturalista, del dibujo encorsetado, por que pensaba que la pintura tiene que tener elementos de azar, de accidentalidad “los accidentes gozosos”.

Quien acuda a la exposición, comprobará que las obras de Bacon en lienzo tienen mucho de dibujistico, muy elaborados, técnicamente rozando la perfección estética y creativa, y comprobará por si mismo que la leyenda de “no sabia dibujar” es tan solo eso, una leyenda aberrante. Lo que rebela esta exposición es una parte de la estética de Bacon que había permanecido oculta y que es muy interesante para el público.

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Bacon es inclasificable, un vividor rozando siempre la marginalidad, un artista que contraviene el dogma de la modernidad. Es un figurativo, de modernidad abstracta. Como dijeron de él: “no se sabe si es bueno o malo, pero es diferente a todos”. Un hombre que vio morir a todos los que le rodeaban, independiente, contemporáneo de la abstracción, del expresionismo abstracto americano (“no hay nada mas aburrido que entrar en la sala Rothko de la Tate”), del pop británico, contemporáneo hasta del conceptual, del minimalismo. Igual que su admirado Picasso, los dos fueron modernos, vanguardistas y contemporáneos, pero nunca quisieron cambiar de estética y toda la vida el mismo tema: Picasso, el pintor y la modelo, y Bacon, la soledad existencial. El drama humano. La crucifixión atea, los que no creen en la trascendencia, y con ese único tema atraviesa el siglo XX

Bacon dijo: “Mi vida es un desastre esplendoroso”. El esplendor del desastre. ¿Clásico o transgresor”. Para los críticos de arte siempre fue algo “anómalo”, provocador por el hecho de ser monotema y no querer dejar de hacer lo que hacia. La exposición ofrece piezas muy enérgicas, vibrantes de color, que nos permiten disfrutar de las temáticas baconianas, un autentico placer visual que atrapa los sentidos. La siguiente exposición de Bacon será el 6 de marzo en la principal iglesia anglicana de Londres, mostrando los gordos rancios y desnudos, de un ateo como Bacon, mirando sus crucifixiones… eso si que va a ser antológico. Como ésta muestra del Círculo. Apasionante. ¡No os la perdáis!

“El arte es la proyección nerviosa de lo que te sucede inconscientemente”.

Círculo de Bellas Artes de Madrid | Del 13 febrero al 21 mayo 2017.

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Francis Bacon y William Burroughs, Londres 1989. Foto John Minihan.

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