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“Critica de Arte” nº 115, diciembre 1996.

«Raúl Romero es un pintor innato, debemos enfocar su obra desde la totalidad coherente, creada al filo de muchos años de un trabajo perseverante, meditado y muy estudiado y es precisamente el fruto de ese largo camino recorrido lo que nos muestra ahora, con el merecido y exitoso acogimiento por parte del público en Madrid.

Utilizando las técnicas mas variadas que van desde las tintas a las sanguinas y desembocando en las técnicas mixtas, Raúl Romero muestra el movimiento y la versatilidad de un autentico artista que se ve guiado por el impulso creativo para dejar al margen toda búsqueda de la belleza ideal. Con una mano suelta y acompañado de una paleta cromática oscura y apagada, pero repleta de vida, el pintor presenta composiciones que siempre impresionan por su intensa expresividad.

Dominio del dibujo, conocimiento de las formas y una apasionante creatividad, convierten cada una de las realizaciones artísticas de este pintor en un complejo mundo estético, desarrollado en un largo periodo de tiempo por el cual ha ido avanzando en recorrido siempre ascendente.

Caminando en un proceso interior, a la vez emocional y razonado, procede el pintor a la deliberada metamorfosis del mundo exterior para ofrecernos como conclusión y de modo definitivo piezas de una elevada calidad lingüística, que se sitúan muy a menudo, en el admirable limite de un logrado alejamiento en lo concerniente a la negativa contención de personajes u objetos, o tal vez, precisamente se trate del mayor acercamiento posible al reflejo artístico de todo ello convertido en idea.

Inteligencia y libertad se unen en la mano de Raúl Romero para dar pie a unas obras en las que su impulso por producir composiciones de verdadero valor artístico fluye de modo paciente pero imparable. Es la esencia de las virtudes de unas composiciones que, basadas en el conocimiento, el estudio y ese palpitar interno del que solo gozan los artistas, abren las puertas a un pluralismo de sensaciones que conservan un sentimiento personal en el artista y que rápidamente es transmitido, con la misma intensidad pictórica, al espectador.”

Eva María Mera Jiménez | Crítica de Arte.

“Critica de Arte”, nº 115, diciembre 1996.

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