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Carbón, la esencia del arte en negro

El post viene a colación por la –excelente- Expo monográfica que en El Prado de Madrid: “Ribera. Maestro del dibujo”. José de Ribera y Cucó “Españoleto”, cuya extraordinaria calidad como dibujante y su dominio de la anatomía se pueden admirar en 71 obras, primero en España y en marzo 2017 en Dallas, U.S.A.. Excepcional en el uso de la pluma, la tinta, el lápiz o la sanguina –que sumado a la originalidad de su temática- permite disfrutar de sus estudios de figuras, escenas cotidianas, o escenas de martirio y tortura. Insuperable.

Las barras de carbón, de carboncillo, son usadas desde la prehistoria, cuando pintaban las paredes de las cuevas con trozos de palos quemados. En el Renacimiento se redescubrió la técnica y su uso, y hoy en día se fabrican en madera de vid y de sauce. Es uno de los materiales más elementales cuando se empieza en el mundo del dibujo.

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El carboncillo permite trazar líneas muy finas, sobre todo si se opta por perfilar y se le da punta con una cuchilla, o hacer grandes manchas, que en función de lo que apretemos, serán de un tono más o menos oscuro. Solo carbón, o con lápiz, con sanguina, es el material perfecto para realizar muchos dibujos –al natural-, porque permite trabajar rápido, nos da la opción de hacer detalles que requieren más tiempo y podemos corregir errores fácilmente. Totenart.com –para comprar materiales- nos ofrece muy buenos consejos para trabajar el carboncillo:

  • Trazar el dibujo con un carbón mediano. Cuando hay algún error de dibujo, basta con darle unos golpes con un trapo y el carbón salta del papel. De esta forma se vuelve a dibujar encima, pero no deben marcarse fuertes los trazos hasta que no esté el dibujo correcto.
  • Poniendo el carboncillo de lado se hacen las zonas con grandes manchas de carbón,  sobre todo trozos de carbón con un tamaño de 6 centímetros, para así manchar más rápidamente la zona.
  • Cuando haya grandes zonas de color oscuro se puede usar el color negro en polvo (como si se rayara el carboncillo en polvo) y expandirlo con esponja o con un difumino grueso, así evitamos que el carbón ensucie el resto del dibujo.
  • Para crear sombras muchas veces se utiliza el propio difumino, que cuando está manchado es él mismo el que mancha y sirve como un lápiz blando. Para ello, incluso se va manchando el difumino sobre la zona con carbón y trazando después los dibujos o sombras suaves.
  • El dibujo se va fijando por fases, con el objetivo de que el carbón ya aplicado no se desprenda y poder oscurecer más algunas zonas del papel.
  • Es importante tener mucho cuidado con no engrasar el papel, ni con los dedos ni con las gomas comunes, pues genera marcas imposibles de eliminar, que incluso no permiten ser tapadas con manchas de negro.
  • En algunas ocasiones, los carboncillos tienen nudos que son más duros y rayan el papel. Se debe vigilar que el carboncillo no lo tenga y lijarlos cuando sean detectados esos nudos.
  • Prestar atención a nuestras propias manos una vez manchadas, sobre todo con los brazos si trabajamos sobre una mesa horizontal, y con la parte de la palma con la que solemos apoyarnos sobre el papel.
  • La última fase del trabajo debe ser siempre fijar el carboncillo con el fijador, pues esto lo protegerá. Suavemente con la yema del dedo rozaremos las zonas del dibujo para comprobar que ya no desprende carbón. Con eso está bien fijado. Si no es así, se vuelve a pulverizar más fijador. Una vez bien fijado no se debe añadir más carbón ni rectificar. Y por último debe enmarcarse con cristal.

Ya no hay excusa. ¡A pintar!.

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