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ARCOmadrid 2017 | Que bueno que viniste, ché

Hace unos días Pablo Avelluto, Ministro de Cultura argentino, nos comentaba en una breve entrevista personal que su país “está olvidando su idea nostálgica. Aquel borgiano fuimos vistos por aquello que nunca seremos, es un hoy estamos enamorados por nuestro presente. La irreverencia, el rigor y la diversidad son ahora las constantes del arte argentino, y en Arco lo vamos a demostrar.“ Aun siendo político, vaya si tenía razón. La selección comisariada argentina para acudir a ARCO es, en conjunto, excelente. Recuerda en cierta manera al buen gusto que europeos y españoles teníamos hace décadas y que debemos haber perdido con el paso de los años, y en todos los stand de la feria en los que se dice sos se agradece ver corbatas en vez de baratillos, se agradece el hecho de sonreír y levantarse cuando te reciben en su espacio, y esa ilusión que transmiten con la mirada por el hecho de pensar que van a comprar sus obras. Argentina –país invitado en la 36ª Edición de Arco- no ha traído a aquellos porteños que antaño venían a hacer “las españas”, ni tampoco postureos raros, sino galerías (todas bonaerenses), artistas y obras de primer nivel. Me atrevería a decir más: han acudido humildes. Si. Argentinos, y humildes, puede maridar, y el conjunto de sus obras lo demuestra. Han venido a mostrar y vender. Directo, claro y conciso, y sus propuestas merecen la pena valorarlas. Su presencia se reparte entre el programa específico (bautizado Plataforma, con 12 espacios / 24 artistas, seleccionados por Inés Katzenstein) y el general. Como dicen ellos mismos, “imperdibles”.

El entusiasmo se ha completado hoy con la presencia de su presidente, Mauricio Macri, durante la inauguración oficial, a la que han asistido los Reyes de España.

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En Plataforma destacan Alberto Greco, con una obra póstuma, Besos Brujos, que despertó el interés del Reina Sofía, Luis Frangela y Eduardo Estupía, que muestra en Jorge Mara La Ruche delicados dibujos en blanco y negro que demuestran, según el artista, que “las poéticas argentinas se acomodan a los límites económicos que impone la realidad”. En el programa general hay también galerías no argentinas que apuestan por artistas del país invitado, como la delicada obra con papel de Marie Orensanz, mostrada por Alejandra von Hartz desde Miami, o el sorprendente conceptualismo sureño de Edgardo Antonio Vigo en la londinense Richard Saltoun.

Diálogos, una de las novedades de esta edición, es un programa que también cuenta con argentinos, y donde podemos ver “mas América” con los dibujos de Jorge Macchi enfrentándose a la denuncia de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez de la mexicana Teresa Margolles (en Peter Kilchmann), o en la galería brasileña Nara Roesler dos artistas argentinos notables: Eduardo Navarro y Julio LeParc.

Para terminar de hablar con acento de tango, y para aprender, matricula de honor (casi) al Foro Coleccionismo “Hacer públicas las colecciones” que pudimos compartir en el auditorio. Dirigido por Estrella de Diego, y con la participación de Ainhoa Grandes, Alec Oxenford, Alain Servais y Juan Vergez, pudimos comprobar que el placer por el Arte –con o sin dinero- comienza por el sentimiento, por el buen gusto de cada uno, por el mero placer de poseer ARTE, independientemente del precio de la obra, y con la única exigencia de que nos haga sentir. Si después, la obra es buena, mejor que mejor, pero la delicia de poseerla ya no nos lo quitará nadie.

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