Cómo convertir un mapa Michelin en una obra de arte
En la novela “El mapa y el territorio” de Michel Houllebecq su protagonista Jed Martin -artista en ciernes- tiene la idea que marcará su vida: convertir un mapa Michelin en una obra de arte. Una revelación similar a la que han recibido desde los años setenta del pasado siglo un sinfín de fotógrafos que -al igual que con Jean Baudrillard- han sido influidos por las ideas de otros sociólogos como Marc Augé o Roland Barthes, léase los “no lugares”, la “ruina”, la “frontera” y la “periferia”, la fotografía como “memoria”, etc. Sin embargo, el concepto del mapa y el territorio no pertenece a Baudrillard sino a un desconocidísimo e impronunciable científico y filósofo polaco llamado Alfred Korzybski. Aun así, este justo reconocimiento de la autoría ajena, no le priva a Baudrillard de haber desarrollado muy hábilmente estas ideas bien reabsorbidas y fusionadas en su modelo de la “hiperrealidad” y el “simulacro”. Es aquí donde se denuncia que “el territorio ya no precede al mapa, ni lo sobrevive [..] es el mapa el que precede al territorio, es el mapa el que engendra el territorio” y en consecuencia en esa sociedad postmoderna el territorio ha dejado de existir y solo ha quedado el mapa. Lo auténtico ha sido dócilmente sustituido por la copia, y nadie es consciente siquiera de ello. Algo así como vivir en una especie de “Matrix”, un mundo ilusorio en el que como mucho podemos aspirar a tener algún déjá vu, muy de vez en cuando, que nos presente un mínimo atisbo de duda sobre nuestras existencias.
El viernes 10 de marzo se inaugura en la galería Cámara Oscura la exposición colectiva “El mapa y el territorio” comisariada por Juan Curto. Permanecerá abierta hasta el 20 de mayo 2017.
Los artistas seleccionados en este proyecto son creadores de mapas, son cartógrafos. Elina Brotherus (Helsinki, Finlandia, 1972) eleva a la mujer como protagonista absoluta del paisaje, una presencia poderosa y renovadora. Por su parte, Alberto Franco Díaz (Cádiz, 1977) cuestiona la relación entre procesos geológicos y sociales con un enfoque topográfico. Nanna Hänninen (Rovaniemi, Finlandia, 1973) crea “nuevos paisajes” desde la abstracción de la realidad. En cambio, Ellen Kooi (Leeuwarden, Holanda, 1962) articula la relación entre los habitantes y su territorio. Johann Ryno de Wet (Johannesburgo, Sudáfrica, 1982) sueña con una tierra post-apocalíptica con escasas trazas de esperanza. Por último, el trabajo de Irene Sánchez Moreno (Granada, 1983) gravita sobre paisajes virtuales de una infinitud abismal e inalcanzable, en los mismos límites del mundo.
El mapa y el territorio
“Fue allí, al desplegar el mapa, a dos pasos de los bocadillos de pan de molde envueltos en celofán, donde tuvo su gran revelación estética. Era un mapa sublime; Jed, alterado, empezó a temblar delante del expositor Nunca había contemplado un objeto tan magnífico, tan rico de emociones y de sentido, como aquel mapa Michelín a escala 1/150.000 de la Creuse, Haute-Vienne. En él se mezclaban la esencia de la modernidad, de la percepción científica y técnica del mundo, con la esencia de la vida animal. El diseño era complejo y bello, de una claridad absoluta, y sólo utilizaba un código de colores restringido. Pero en cada una de las aldeas, de los pueblos representados de acuerdo con su importancia, se sentía la palpitación, el llamamiento de decenas de vidas humanas, de decenas o centenares de almas, unas destinadas a la condenación, otras a la vida eterna.”
El mapa y el territorio, Michel Houellebecq, 2010
Juan Curto | Profesor asociado Universidad Nebrija y Universidad Rey Juan Carlos.