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Crítico y pintor | Amor y odio

García Viñolas y Raúl Romero | Admiración mutua.

Decía Oscar Wilde, En los mejores días del arte no existían los críticos del arte. Y es una cita curiosa, realmente, porque la Crítica de arte es la expresión de un juicio de valor sobre las obras de arte contemporáneo, y el análisis del arte de periodos anteriores se estudia como disciplina en Historia del Arte. Es bien distinto. Se puede incluso datar: Denis Diderot, Edgar Allan Poe y Charles Baudelaire son considerados algunos de los primeros críticos de arte.

La crítica de arte es un género, entre literario y académico –muchas veces solo periodístico-, que hace una valoración sobre las obras de arte, artistas o exposiciones, en principio de forma personal y subjetiva, basándose supuestamente en múltiples disciplinas. Por ende, el crítico de arte, suele ser un profesional que puede ser técnico o licenciado, profesor, maestro o con maestría, o autodidacta (connoisseur), en las áreas principales de Historia del arte, crítica del arte, y todo lo referente al ambiente artístico-plástico y cultural de un país o región.

Como en cualquier otra profesión, ser crítico de arte puede llegar a ser polémico. Y mucho. No se trata de dar una opinión personal, sino de investigar, preguntar, proponer, dialogar, observar… ser objetivo, imparcial y riguroso. Opinólogos hay muchos; buenos críticos pocos. Su papel y misión dentro de la dinámica del arte, entendida ésta como un ciclo ascendente entre el proceso de creación y apreciación de la obra y la participación del autor, espectador, entorno y el crítico mismo, es de suma importancia.

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Manuel Augusto García Viñolas. Crítico de arte, con mayúsculas, coleccionista, es uno de los personajes menos conocidos de la dictadura y uno de los más singulares protagonistas de la cultura española del siglo XX. Fundó el No-Do, colaboró estrechamente con el general Franco y filmó la entrada de los nacionales en Madrid. Pero también fue amigo de García Lorca, Juan de Borbón o Gregorio Marañón y trabajó con izquierdistas clandestinos. A su muerte, con 97 años, donó una valiosa colección de dibujos a la Fundación Mapfre. Pero acotar la trayectoria de García Viñolas a mero crítico de arte resultaría injusto. Simplificar su biografía política a fundador y mandamás del No-Do y director general de Cinematografía y Propaganda durante los albores del franquismo enfocaría una mínima parte de su poliédrica vida. Ningún perfil abarcaría completamente a este humanista. Amigo de intelectuales y artistas de todo signo (Alberti, Marañón, Lorca, Ridruejo, González-Ruano, Dalí, Cela), ex director del Teatro Nacional, legionario, corresponsal en el Vaticano, diplomático, doctor en Derecho que nunca ejerció, periodista, cuasi poeta, hacedor de documentales, trotamundos empedernido, coleccionista por compulsión…

Amigo personal de Raúl Romero, «su crítico de cabecera», y su mayor mentor. Pintor y Crítico, en una pasión común: el Arte. Y el mejor elogio que un artista puede imaginar: «Apasionante pincel y lápiz. Tal vez Raúl sea el mejor dibujante que yo haya conocido«.

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