Don Luis, por Dios, ¡trate de arrancarlo!
Luis Bárcenas es como Simone, la esposa del inspector Clouseau en la mítica The Pink Panther de Blake Edwards. Sentado en el banquillo de los acusados como autor del robo del mítico diamante, el fiscal le pregunta a Peter Sellers cómo es posible que con su modesto sueldo de policía su esposa lleve una vida tan opulenta con abrigos de visón, joyas, riqueza y derroche, y Clouseau responde: “Es que mi mujer es una hormiguita”. La escena, y la pelí, es hilarante, pero la historia real no tiene tanta gracia, y mucho menos en nuestro sector en el que vender creatividad -Arte-, intentar vivir de lo que se trabaja y conseguir alcanzar el precio real de lo que ha valido la creación no es en absoluto gracioso, sino una proeza en tiempos de crisis. Económica y cultural.
La cita y el personaje vienen al post de hoy escuchando, en sede judicial, como el ex tesorero del PP a preguntas del juez sobre el Caso Gürtel asegura haber ingresado 1,8 millones de euros en cuentas suizas gracias a su «éxito» en la compraventa de obras de arte. Nunca declaró sus compras y sus ventas de arte desde los años ochenta porque, según dice, “nadie en España las declara, porque el arte es como ajuar doméstico”. Eso, la hormiguita. Y es que según Bárcenas, «el mundo del arte es así«, intentado convencer a Anticorrupcion de que parte de su dinero en Suiza proviene de su buen ojo en la compraventa de tablas del siglo XVII.
No hace falta ser marchante, ni intermediario, ni tampoco un técnico especializado del Prado, para opinar sobre el tema, que recuerda y tiene un puntito similar a la historia de Jesucristo multiplicando –no peces- dinero. Y mucho. Conocíamos la vinculación del político con el Arte pero hasta hoy no sabíamos las cantidades en detalle. Y el asombro es mayúsculo. En concreto, Bárcenas pagó 4.000 euros por una pintura de Antonio Ponce (1608-1677) que encontró en un anticuario y años después vendió el lienzo por 278.000 euros. Como marchante de arte barroco este hombre no tiene precio. En su mercadeo de pinturas, Bárcenas se apoyó siempre en otro polémico extesorero del PP, Rosendo Naseiro. Ambos participaron conjuntamente en multitud de operaciones con un abanico de clientes que iban desde la mujer de un diplomático argentino hasta el mismísimo Museo del Prado. Pasión por los bodegones y el arte sacro.
En declaraciones a la prensa, Bárcenas asegura que los beneficios exagerados no son extraños en el mundo del arte: «Una vez compré dos repositorios por 600 euros tras la liquidación de una vivienda. Fui a Internet y busqué a quién le interesaban las cosas que había allí: Plácido Domingo, la duquesa de Alba… Acabé vendiendo por 20.000 euros«. Entre Naseiro y Bárcenas la pintura se convirtió en un método más de pago para devolver favores o gestiones. En 2001 Bárcenas compró a Naseiro un «bodegón de flores y plato de metal sobre una mesa de mármol» por 21.000 euros. Solo unos meses después, Bárcenas vendió la naturaleza muerta por 170.000 euros.
A preguntas de la fiscalía, Bárcenas explicó que la oportunidad de negocio tenía parte de regalo: «En el conjunto de operaciones que yo he hecho con el señor Naseiro como compensación por determinadas operaciones, el señor Naseiro, en lugar de darme la parte que me corresponde en efectivo, me la daba en cuadritos«. Textual. La sala donde se juzga el caso Gürtel pareció, durante parte de la tarde del pasado lunes, una reunión del consejo de administración de Sotherby’s o Christie’s. Para Bárcenas, sin embargo, hacer dinero con la pintura es algo sencillo y casi natural: «Ves algo que te gusta, lo compras y luego te llevas la sorpresa de que tiene mucho valor«.
Mensaje para Don Luis: Tenemos cuadros a la venta, trate de arrancarlo, ¡¡Fíjese en nosotros!!.