Duchamp es homenajeado por 69 artistas españoles en Pekín
«Si el arte existe fuera del arte, entonces el objeto del arte no es el objeto del arte».
El Instituto Cervantes de Pekín acoge desde ayer una muestra de 69 pequeñas obras de artistas españoles que homenajean el centenario de la conocida presentación de «Fuente», de Marcel Duchamp, con la que se inició el dadaísmo. La iniciativa viene avalada por su presentación en Art Beijing, la principal feria de arte de la capital china, que ha celebrado una nueva edición anual, con un total de 162 galerías y expositores y una nueva representación institucional española.
«Cada uno de los 69 artistas representan una letra, incluidas las comillas, de la frase dadaísta de Duchamp «Si el arte existe fuera del arte, entonces el objeto del arte no es el objeto del arte’«, ha explicado a Efe el escultor Juan Bordes en el centro cultural español de la capital china. Bordes, que ha escogido representar la letra «b», destaca que «esta exposición en Pekín tiene un sentido muy especial, porque la caligrafía oriental puede llegar a ser también una obra de arte y el proyecto de una letra puede llegar a ser tan complejo como un edificio».
Artistas españoles de renombre como Eduardo Chillida, Manolo Valdés, Chema Madoz, Juan Genovés, Andrés Rábago o el propio Comisario de la muestra, Fernando Bellver, figuran entre los autores de las obras que representan, desde dibujos y pinturas hasta proyectos con materiales plásticos o fotografías. La exposición, que vio la luz por vez primera en 1994, se ha reinventado con la incorporación de artistas de nueva generación como Mar Hernández.
«La Fuente».
La anécdota quedó registrada así en los anales de la historia del arte: un día de 1917, y durante su estadía en Nueva York, el artista francés Marcel Duchamp, se dirigió a la tienda JL Mott Iron Works, en el 118 de la Quinta Avenida, y compró un urinario Bedforshire estándar. Al llegar a su taller, lo giró al revés, escribió con pintura negra el nombre R.Mutt y lo envío bajo el título La Fuente a la muestra anual de la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York, donde era parte del comité. Contrariados y sin saber qué dirimir, si es que se trataba de una pieza de arte o no, el resto del jurado decidió marginarla. Antes de perderse, el fotógrafo Alfred Stieglitz alcanzó a hacer un registro de la obra, que terminó siendo clave cuando décadas después, Marcel Duchamp decidió hacer réplicas, debido al revuelo mediático que finalmente tuvo La Fuente. La jugarreta del francés surtió efecto: logró demoler los cimientos del establishment artístico al poner en duda si el valor de una obra estaba realmente en una creación original o en el contexto donde se insertaba. Cualquier cosa podía ser arte.
Hoy, cien años después y convertido en el hito fundacional del arte conceptual (que afirma que la idea de la obra es más relevante que el objeto en sí mismo), la historia oficial del urinario está siendo amenazada por quienes sostienen la teoría de que el autor sería otra persona. La primera pista fue una carta enviada en abril de 1917 por el propio Duchamp a su hermana Suzanne: “Una de mis amigas, que había adoptado el seudónimo masculino de Richard Mutt, me envió un urinario de porcelana como una escultura”, escribió. Sin embargo, el francés nunca mencionó a otro colaborador, y menos a sí mismo como un simple receptor de la obra: después de todo, fue él quien decidió exhibirla. Otro dato, es que investigaciones actuales han descubierto que la supuesta tienda donde fue comprado el orinal no vendía en ese momento ese modelo.
Cartel oficial | Instituto Cervantes, Pekin.
La «T» de Chillida, y la «S» de «El Hortelano».
Art Beijing 2017 | Foto Efe