Falsificación o suerte: ¿Es da Vinci?
Los milagros ocurren. Hay que imaginar la cara del gestor de la casa de subastas atendiendo a un hombre con un viejo pedazo de papel diciendo que tiene un dibujo de Leonardo da Vinci que su padre tenía guardado en una carpeta. Acaba de ocurrir, aparentemente. Se trata de un dibujo de San Sebastián que un médico jubilado francés llevó a París poco antes del verano, a la sala de subastas Tajan, y que es ahora cuando hechas las labores de verificación oficiales se ha informado del hallazgo y se ha confirmado sin margen de dudas la autoria de Leonardo. Bajo el título de «Miguel Ángel«, la carpeta escondía el boceto junto a otros dibujos que el propietario había heredado de su padre, coleccionista aficionado de libros, con la intención de obtener algo de dinero en la subasta parisina. La veracidad esta confirmada por Carmen C Bambach del Metropolitan Museum of Art de Nueva York.
Han sido varios meses de trabajo de autentificación. Nadie quería volver a hacer el ridículo injustificable que supuso recientemente los “dibujos perdidos” de Vincent van Gogh –y su tajante rechazo por parte del Museo del pintor- o la supuesta obra original de Caravaggio que se localizó cerca de Toulouse. Pero Leonardo no tiene igual, y su zurda es imposible imitarla. Ni en su siglo ni en el nuestro.
Detalle del boceto del martirio San Sebastián, Leonardo Da Vinci. Fotografía: Tajan, Francia.
La diferencia entre una falsificación o suerte esta ya valorada. Quince millones de euros, precio de salida del dibujo. Auténtico en la forma en que las gotas de tinta se reúnen en el brazo levantado, en la figura, y hasta en la forma del ombligo del santo. Esa acumulación de tinta es muy de Leonardo, igual que la libertad creativa y la inquietud intelectual en el diseño del cuerpo. Es su mano izquierda, y cuanto más se mira, más signos hay del genio. No es un dibujo al azar sino, tal vez, un diseño para una pintura perdida o nunca completada: cara soñadora y expresiva, evocación de joven, sensual y simple sugerencia en los ojos y en la boca un detalle que el propio Leonardo aconsejaba a artistas coetáneos: fijar la mirada en manchas aleatorias para obtener “paisajes” lejanos, perdidos, ocultos. Paisajes o miradas mentales que siglos después fueron copiados por los surrealistas.
Reverso del dibujo, aparentemente en una página de los cuadernos de da Vinci.
La imagen de un joven desnudo atado recuerda al “Esclavo rebelde” de Miguel Ángel (escultura en el Louvre). Podría ser, pero no. Absolutamente no. Nada en común. Lo digo por el título de la carpeta del médico propietario, y aunque Leonardo y Miguel Ángel se conocían y se influyeron mutuamente, el reverso del dibujo lleno de diagramas y notas, son toques únicos de da Vinci. Otra vez, ahora si, definitiva su mano izquierda y la pluma clásica de su cuaderno. Sutileza absolutamente maravillosa.
Con todo, la mejor manera de mirarlo es con nuestros ojos. La respuesta que obtengamos de mirarlo, admirarlo, detenidamente, la sensibilidad y la magia de pintar este dibujo. Acercarse haciéndolo así a una de las mentes mas extraordinarias que jamás hayan existido.