“Hay que llevarlos ya meados”
La nueva Guía Multimedia Familiar que ha presentado esta semana el Thyssen-Bornemisza es una iniciativa que pretende utilizar la tecnología para «profundizar en los contenidos educativos y lograr un equilibrio entre lo pedagógico y lo lúdico, para facilitar que padres y niños puedan hacer la visita en familia». Una iniciativa similar a la que tiene éxito en el Magritte Museum de Bélgica.
El Museo desde ahora ofrecerá la guía a los grupos con menores de edad que visiten la colección, para que dispongan de un manual didáctico con el que acercarse a las obras de forma “lúdica”. Dos niños virtuales, Pablo y Marta, serán los encargados de guiar a los más pequeños por el museo como parte de un proyecto educativo que incluye 14 obras de la colección permanente. La iniciativa cuenta con un conjunto de animaciones y un guión creado por el programa Educathyseen por el que dos niños, Pablo y Marta, guían a los visitantes -padres e hijos- por el museo y establecen un diálogo con los personajes de las obras, que cobran vida en la aplicación. El proyecto está pensado para niños de 6 a 12 años e incluye una aplicación de fácil navegación, con fichas de las obras, un mapa interactivo y varias opciones de búsqueda.
Según han explicado los responsables de la nueva guía, que ha sido creada en colaboración con Telefónica y La peonza digital, la filosofía que hay detrás consiste en utilizar la tecnología para “profundizar en los contenidos educativos” y lograr “un equilibrio entre lo pedagógico y lo lúdico” para facilitar que “padres y niños puedan hacer la visita en familia”. Los visitantes al museo, según detallan desde la institución, pueden contratar la nueva guía por 8 euros en los mostradores de audioguías del museo y está disponible tanto en español como en inglés, con una duración de 40 minutos.
Papá, ¿quién es Rembrandt?
Desde luego hay una cosa clara: si en casa los niños se pasan la tarde viendo “Salvadme del luxe” van encaminados a una trayectoria, pero si en ese mismo lapso de tiempo se comenta y decide ¿Qué hacemos el finde? y el objetivo está en acercarse a un taller de arte en cualquier museo, -y vivirlo juntos-, esa es otra película. Hacer descubrir la pintura en los niños, mirar los cuadros, imitarlos, pintarlos por ellos mismos, y vivir –recrear- la fantasía del arte, se hace inolvidable. Contagiarles de cultura. Contaminarles hasta que juzguen, comparen, decidan, sepan, que clase de obra les gusta por ellos mismos. Y si, de paso, al explicarles, también tú aprendes, eso ya no tiene precio.
Si nos tomamos el tiempo de explicar, el arte y el contenido, leemos juntos los títulos y descripciones de la obra de arte, hablamos de ella, miramos los colores, las formas y los temas, descubrimos el significado, encontramos la conexión entre una pieza y otra, o los relacionamos con los viajes que hemos hecho, las cosas que hemos visto… crear entusiasmo, pasión e impaciencia por aprender hace que nuestros hijos sean tan entusiastas, apasionados y deseosos de aprender como seamos nosotros.
¿Quién se imagina hoy un museo con telarañas, silencioso y vacío?. Así serían en todo caso en las novelas siniestras del XIX pero hoy ¡vaya si han cambiado!. La adaptación de los museos a los niños incluye selfies, recorridos virtuales, descargas online… los centros de arte, los museos, ya no exigen escrupuloso silencio al pisar sus salas, como si fueran criptas, sino que escuchan risas, comentarios, sorpresas. Al contrario, mal asunto si no se escuchan ruidos al ver sus cuadros. La adaptación de los museos para acercar el arte a los más pequeños, en muchos casos, son complejos estudios de marketing, estrategias, por una parte culturales y encomiables, pero por otra son propuestas para fomentar las visitas y que los niños más pequeños aprendan jugando. Este es el caso de algunos:
Museo de los Niños, Sofía (Bulgaria), junto al «jardín de la lluvia».
►MACBA en familia: Todos los fines de semana el MACBA ofrece una programación permanente dirigida al público familiar, en la que se combinan las visitas a las salas de exposición con talleres. El Museo se abre el público familiar con la intención de ser un espacio donde se pueda aprender conjuntamente de forma lúdica; un lugar donde descubrir propuestas artísticas que no solo son agradables estéticamente, sino que también incitan a la reflexión sobre las muchas maneras de hacer, mirar y escuchar el arte de nuestro tiempo.
► Museo Lázaro Galdiano: con una amplia oferta de talleres para niños. Por ejemplo, Miniartistas. Una visita-taller en la que se aprenden cosas interesantes sobre las miniaturas a través de la colección que reunieron José Lázaro y Paula Florido, y en la que –muchas veces- asombran por su calidad y presencia.
► Museo del Prado: se lleva la palma en actividades. “Tesoros del museo español en Manhattan”, “Pinta tu propio tríptico”, teatro, conciertos, talleres… Desde una edad muy temprana, los niños se familiarizan con el arte y, más concretamente, con las colecciones del Museo
► Museo Thyssen: “visitas taller para familias” como objetivo de fin de semana, haciendo participes a las familias atrayendo al “rey de la casa”, niños entre 3 y 12 años al mundo del arte. Tiene una duración aproximada de dos horas y media, comenzando por un recorrido al Museo y, después, al taller donde niños y mayores hacen su propia obra de arte, que se llevan como recuerdo de la visita. Una experiencia en familia inolvidable.
► Museo Sorolla: Casa-Museo del pintor, en pleno centro de Madrid, que también ofrece visitas y talleres para niños que van variando según la época del año. La primavera trae color a la naturaleza y a la pintura. El jardín de Sorolla se llena de flores y colores alegres. “Se ve” cómo pinta Sorolla estos paisajes y los propios niños pintan su propia obra de arte. La visita es para niños acompañados de uno de sus padres.
► Museo Cerralbo: Una auténtica casa del XIX que perteneció al marqués de Cerralbo y que actualmente propone talleres de creatividad para adolescentes en los que promueven un acercamiento a la figura del Marqués de Cerralbo. Planteado para grupos de adolescentes, con edades comprendidas entre los 13 y los 17 años.
► Museo de Ideas e Inventos de Barcelona: Si bien el MIBA se concibe como un museo para adultos, los niños disfrutan tanto o más que ellos con su visita. Y es que no deja a nadie indiferente. Para empezar, un periscopio que da acceso al museo recibe a los más pequeños, y para los que no quieran ir al lavabo (caso extraño en ellos) el museo los animará a que lo visiten y reciban una sorpresa. Una vez frente a los inventos las caras de asombro están garantizadas, las sonrisas aseguradas y sobre todo mucha curiosidad y preguntas que en algunos casos ni los mayores sabremos cómo contestar. Los niños son creativos y están más abiertos a nuevas ideas, la visita al museo sólo será una buena excusa para dejar que esta creatividad se estimule.
► Oceanogràfic de Valencia: Bajo un enclave de arquitectura vanguardista, el mayor complejo marino de Europa propone un recorrido por los mares y océanos, trasladando a sus visitantes a los más singulares ecosistemas del planeta. Su vocación educativa presenta al visitante, de una manera lúdica, los principales problemas de conservación de flora y fauna. Además, el carácter científico del centro, genera una producción continua de investigación, en colaboración con diversas entidades. Sensibilizar y conocer son las mejores técnicas para proteger, y bajo este lema, todas las actividades realizadas en el Oceanogràfic trabajan con esos objetivos.
► Aquarium de la Coruña: «La Casa de los Peces», el Aquarium Finisterrae se encuentra junto al histórico faro de la Torre de Hércules. Toda la costa gallega en un museo: en la Casa de los Peces también se puede ver como es la vida de los pescadores, los mercados, las canciones marineras… Incluso el espectacular entorno natural es una parte más del museo. Toca, escucha, huele… Admira el mar y sus criaturas. Enamórate del medio ambiente al mismo tiempo que se aprende oceanografía, geología, acuicultura y tradiciones marineras.
► Museo del juguete de IBI: En Ibi, visitar sus salas es hacer un recorrido por la infancia y la manera de jugar a lo largo de más de 100 años. Para niños ¿Qué más se puede añadir?.
Consejos: «Hay que llevarlos ya meados»
- Visitar un museo con niños significa llegar temprano, a ser posible. Es un espacio público en el que lo más probable es que haya mucha gente durante todo el día. Llega cuando este tranquilo, tus hijos lo disfrutaran más.
- No te quedes demasiado tiempo. Haz la visita justo para disfrutarlo, pero no excesivo como para aburrir a los niños. Es preferible no verlo todo, pero sí disfrutar lo que veáis.
- No fuerces la visita, ni consideres que los niños son “atletas”. Los museos, sobre todo si son grandes, obligan a un esfuerzo físico que posiblemente cansa. A ellos y a ti. Niños cansados y molestos –u obligados- van a generar rechazo a la visita. Despacito, y buena letra.
- Que lleguen desayunados. A no ser que quieras empezar la visita por el bar del museo.
- Infórmales. De la situación, del espacio y tiempo, de lo que van a ver. Sabiendo lo que hay, si les gusta, lo van a apreciar mucho más.
- La mejor guía o audioguía eres TÚ. Papá o mamá. Si te informas, les informas. Si tú sientes emoción, los niños lo sentirán contigo.
- El mejor accesorio, libro o herramienta, es el tiempo que pasas con ellos comentando, compartiendo y viviendo la visita. Cuando descubrís el museo juntos la experiencia se hace inolvidable. ¡Eso si que es interactividad!.
- Sin tecnicismos. Alto y claro. Charlar no solo de lo que ven, sino de lo que sienten. No se trata de conferencias ni concienzudos estudios de historia del arte, sino de ¡sentir!. Déjeles que sean ellos quienes “viajen” de una obra a otra.
- Ah, y “llevarlos ya meados de casa”, o que la primera visita sean los aseos. Te garantizas no tener sorpresas en mitad de cualquier sala.