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MATÍAS SÁNCHEZ «Trinchera»

Los malagueños JMgalería presentan el nuevo trabajo de Matías Sánchez, en el que emplea un despliegue de materia pictórica si cabe aún más refinada y caótica del que conocemos por sus anteriores proyectos en la galería, -el trabajo del artista ha podido verse anteriormente ya en tres ocasiones-  apreciándose, en estos años, su evolución pictórica que se enmarca en el arte crítico de vanguardia y se desarrolla en la libertad del propio hecho de pintar. Así, podemos trazar paralelismos que unen sus inquietudes a las de otros artistas claves a través del siglo XX como son Otto Dix, Georges Grosz, Asger Jorn, Karel Appel, Philip Guston, Picasso…  artistas, la mayoría de ellos, que vivieron en épocas complicadas y que trataron de plasmar estos periodos de crisis, de manera reactiva, en sus trabajos.

Saqueo, Trinchera, Sin fin y Al borde del mar, son cuatro grandes lienzos del artista que centran la sala principal de la galería, -cuatro pasajes que representan el gran teatro de la condición humana y su crisis existencial-,  que nos muestra la manera extrema de abordar su producción pictórica actual; características de su manera de proceder, encuadradas en el expresionismo, con pinturas donde figura y fondo parecen difuminarse por momentos. Su disposición en sala no hace sino ahondar en ciertos montajes decimonónicos donde todo este barroquismo imaginario se despliega. Algo así como una especie de retablo montado in situ, donde aparecen personajes clásicos de su rico imaginario, casi corrompidos, y también una serie de animales de manera enigmática. Tal es el caso de la rata, que se convierte en leitmotiv de algunas de estas piezas, y que puede servir de alegoría de esas cloacas sobre las que se asienta nuestra sociedad. Todo ello es tratado formalmente con bastante ironía y sarcasmo, de modo caricaturesco. Podríamos decir que esas apariciones y convivencias de todo tipo de extraños seres,  alegres y corrompidos que pueblan sus escenas, nos provoca una risa que se nos borra enseguida al ahondar en la idea. Una sensación parecida al humor negro que desprende la sátira cinematográfica que podemos ejemplificar con obras tan espléndidas como ‘El verdugo’ de Berlanga o ‘Underground’ de Emir Kusturica.

MATÍAS SÁNCHEZ «Trinchera» del 4 de marzo al 20 de mayo de 2017 | JMgalería, Duquesa de Parcent, 12 / Málaga.

El hecho de pintar se antoja como una forma de resistencia a las modas establecidas y supone un compromiso con la propia manera de ver lo artístico que se nutre, en su caso, de la historia del arte. Su dificultad de ejercicio estriba precisamente en el peso de la tradición que soporta y en su capacidad de decir aún en la contemporaneidad. Podríamos hablar de un modo de entender la pintura que resurge de sus cenizas, en palabras de Stoichita ‘…de la aparición del cuadro en el mismo momento en que comienza a desaparecer’. La pintura está en crisis, tal es la paradoja, del mismo modo que lo social, pero es en estos periodos de crisis cuando realmente parece poder decirnos algo, cuando realmente tiene una pulsión vital. Y ello puede vislumbrarse en los trabajos contestatarios de Matías Sánchez que señalan con el dedo toda la podredumbre social que nos rodea y que reflexionan del mismo modo sobre la necesidad de la pintura en la contemporaneidad. No obstante suponen un modo de experimentar con el propio lenguaje que se va depurando con los años y al cuál se le van adjuntando capas que lo complejizan.

En este sentido, podemos apreciar como existe un interés por la síntesis de la abstracción en parte de esta nueva obra en torno al género del paisaje. Un género, éste, que podría servir para enmarcar parte de su producción y que permite ver todo este proceso caótico que se depura hasta esta síntesis final. En estos pequeños paisajes los personajes parecen no tener cabida y es la pintura la que, en ocasiones de manera geométrica o en otras mediante el uso limitado del color, se impone. Cuestión que podría denominarse como una celebración de lo pictórico, un puro disfrute del propio hecho de pintar. Parecen pequeños ejercicios de radicalización de su lenguaje que encuentran acomodo en estos formatos reducidos.

Su evolución pictórica se enmarca en el arte crítico de vanguardia y se desarrolla en la libertad del propio hecho de pintar.

Si en series anteriores, el artista se cuestionaba el clima social haciendo uso de tópicos como los navajeros, los holgazanes y el carácter festivo que nos atribuyen, en este caso, todo este maremagnum no hace sino ahondar en un pesimismo exacerbado, que parece tener difícil solución: un ‘infierno’, en clave bosquiana, donde todo tiene cabida y se entremezcla, como si de una nueva nave de los locos se tratara; resistiendo en la trinchera al borde del mar azul. Todo ello permite que pensemos en el trabajo artístico como una fábrica de ideas que se nutre de la realidad y que, mediante este tipo de posicionamientos conceptuales, se ejemplifica y se hace patente.

JMgalería.

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