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Yo, Raúl.

Yo, Raúl” dice el titular. Simple aforismo. Los biógrafos, y quien le conoció, son unánimes en afirmar que jamás habría hecho una autobiografía en público. Jamás. En vida no fue capaz de exponer por sí solo: era auténtico pavor el que sentía a mostrar su obra, pensando si sería rechazado. Y en cambio ahora toca resumir y definir “quién, cómo, cuándo, qué” de Raúl Romero Altares. Pintor. Dibujante. Artista. Difícil –o no- me lo fiáis.

En lo personal sirva una anécdota muy íntima: nunca se miraba a los ojos en un espejo. Síntoma de muchas cosas, y resumen de un hombre “atormentado”, con muchos aspectos notables, pero –tristemente- con realidades y antecedentes psiquiátricos que marcaron su vida, y su obra. Y en lo profesional, en lo pictórico, una anécdota que nunca se ha contado… la pintura, su pasión, era casi lo único y lo primero. Forzó prórrogas hasta que no pudo más y le tocó hacer la “mili” en Granada, donde iba “recomendado”. Lejos de escaquearse, cuando vieron como pintaba… hoy día se conservan sus obras en aquel Cuartel. Y en la Facultad de Bellas Artes, que aun sirve como ejemplo y maestro para las nuevas generaciones de artistas.

Años | Biografía Etapas | Obra
1955 | 1965. Madrid. Nacido Raúl Pedro Romero Altares, 30 abril 1995. «Obediente, pulcro, estudioso, callado…» de infancia lejana, ajena a él, dibujante por genética. España -y familia- de posguerra. Tristeza y soledad, ausencias y recuerdos, carencias afectivas. Se conservan dibujos infantiles. Cuadernos, bocetos, ideas, soledades. Nació pintor, y el lápiz contaba lo que el niño no decía.
1966 | 1974. «Pocas cosas me han marcado tanto como La Sabinosa«. Un internado de verano donde no pintaba, sufría. Trayectoria académica inmaculada, sin colegios ni institutos, «por libre», y una adolescencia ahogada en angustias internas. Arquitectura era su deseo de futuro; su realidad vital y familiar se encargaron de quitar ilusiones. Ingreso en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando.
1975 | 1988. Primer trabajo estable: «El Treco», Galería y taller de enmarcación en el que observa y aprende a mostrar lienzos. La «mili«, con 26 años. Opositor brillante, segundo de su promoción M.E.C. y profesor por obligación, no por vocación. Su matrimonio. Su único hijo. La realidad le supera, comienza el camino de visita a su interior psiquiátrico. Puro color, todo influencias. Llevaba al pincel y al lápiz por caminos nunca antes conocidos. Experimentación total.
1989 | 1999. Aranjuez, Toledo, Madrid…, nómada por obligación laboral. Estabilidad de vida, inestabilidad emocional en aumento. Diagnóstico: depresión crónica y T.O.C., malos compañeros de vida cotidiana y, sin embargo, generadores de un universo interior en el artista -y en la historia del Arte- que han legado obras inigualables. «Me pesa la vida«. SU pintura, SU pasión. Abstracto, cubismo mágico, Figuras Antropomorfas.
2000 | 2013. Sus últimos alumnos, y el horizonte de una soledad voluntaria. Divorcio. Reside, y muere, en una pequeña aldea de Castilla y León, Peguerinos, donde desarrolla obsesiones y combate sentimientos. Intentos en vano de recuperar y recuperarse. El día de su cumpleaños, a conciencia, decidió emprender el viaje al otro lado. Tinta y carbón. Pintura de estrés y ansiedad, minuciosidad. Rayismo / puntillismo.

 

Eterno experimentador de la pintura, su autor de cabecera fue Frank Kafka.

La lista de pintores en la Historia del Arte que eligieron suicidarse es interminable. Las causas son diversas, pero psiquiatras y psicólogos coinciden que la depresión y los trastornos psiquícos, desesperación y angustia en mentes dotadas, son una mezcla explosiva. Hay veces que no se supera y no se explica. Simplemente sucede. Este es el caso.

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