Sala 206 | 80 años de terror
Coincidiendo con el 80 aniversario de la primera vez que se expuso Guernica, el Museo Reina Sofía presenta la muestra Piedad y terror en Picasso. El camino a Guernica. La exposición aborda la visión que proyectó Picasso sobre la guerra moderna –guerra desde el aire, muerte en la distancia, cuyo objetivo era la destrucción de poblaciones enteras– así como la singular iconografía de agonía, perplejidad y horror que este tipo de violencia trae consigo. En concreto, se centra en las raíces del imaginario de Guernica que podemos encontrar en obras previas del pintor, realizadas en los años posteriores a 1925, donde ya aparecen escenas de acción frenética y extática, a menudo rodeadas de un halo de peligro y que presentan situaciones de violencia explícita: bailes desaforados, feroces enfrentamientos entre el artista y la modelo, monstruosos forcejeos de índole sexual en la playa, o mujeres atrapadas en sillones con la boca abierta en un grito o rugido salvaje. Picasso trató esta temática en varias ocasiones. Decía que en sus cuadros de desnudos el sillón simbolizaba la muerte yacente que aguarda a la belleza; y cuando le preguntaron por la tristeza y la ansiedad que acechaban los cuadros de Dora Maar, replicó abruptamente que la mujer no era más que “una máquina de sufrimiento”, una declaración que algunos entendieron como compasiva y otros, como arrogante. Sin duda, en Guernica la compasión ganó la batalla. Asimismo, cabe destacar que en el cuadro la violencia “no” es parte de un baile sexual en el que la agresión y la sumisión se mezclan con el deseo y el placer. Sin embargo, en el conjunto de la obra de Picasso a menudo sí se produce esa fusión. En este sentido, la exposición busca explorar las profundas ambivalencias en las que incurrió el artista en el tratamiento de la violencia y la sexualidad.
Piedad y terror en Picasso | El camino a Guernica | 5 abril – 4 septiembre, 2017 Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid.
Guernica representa un interior que se desmorona, una habitación rota en mil pedazos por una bomba. Para el artista este era un tema nuevo y extremadamente difícil. Desde el principio, su universo pictórico se basó en el espacio contenido de una habitación: celebraba y confiaba en la intimidad y cercanía garantizadas por cuatro paredes y una ventana. No obstante, llama la atención cómo se siente atraído por todos los elementos de la modernidad del siglo XX que ponen en riesgo dicha habitación-espacio.
Por otra parte, se analiza el nuevo tratamiento que Picasso hizo de los interiores a partir de 1924. A este respecto, cada vez con mayor frecuencia, cuerpos rotos o desmembrados invaden salones y estudios, y el mundo exterior presiona para entrar por la ventana. La habitación se acaba poblando de monstruos. Finalmente, en torno a 1930, las criaturas escapan de la habitación y comienzan a encontrar su sitio en un espacio abierto, incluso público. Los monstruos se vuelven monumentos. La monstruosidad en su obra no es en absoluto sencilla ni tiene una connotación negativa; más bien, es una nueva forma de vitalidad y auto-reconocimiento.
Elliott-Erwitt, Guernica 1995 – Magnum Photos
El recorrido planteado por la exposición pone de relieve que no hubiera sido posible para el artista concebir Guernica –esa puesta en escena final de una inmensa tragedia dirigida al ámbito público– sin estos singulares experimentos anteriores. Por esta razón, la muestra arranca con las naturalezas muertas y los interiores de los años 1924 y 1925, para dar paso a cómo Picasso abordó la monstruosidad y la violencia a finales de esa década y durante la siguiente, con sus terribles retratos e interiores realizados al comienzo de la Segunda Guerra.
- Fecha: 1937 (1 de mayo-4 de junio, París)
- Técnica: Óleo sobre lienzo
- Dimensiones: 349,3 x 776,6 cm
- Categoría: Pintura
- Observaciones: El mural «Guernica» fue adquirido a Picasso por el Estado español en 1937. Debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial, el artista decidió que la pintura quedara bajo la custodia del Museum of Modern Art de Nueva York hasta que finalizara el conflicto bélico. En 1958 Picasso renovó el préstamo del cuadro al MoMA por tiempo indefinido, hasta que se restablecieran las libertades democráticas en España, regresando la obra finalmente a nuestro país en el año 1981.
Reflejo fiel de una época y de unas luctuosas y dramáticas circunstancias, el lienzo Guernica nació para formar parte del Pabellón Español en la Exposición Internacional de París, de 1937. El motivo que impulsó a Pablo Picasso a realizar la escena representada en esta gran pintura fue la noticia de los bombardeos efectuados por la aviación alemana sobre la villa vasca que da nombre a la obra, conocidos por el artista a través de las dramáticas fotografías publicadas, entre otros diarios, por el periódico francés L’Humanité. A pesar de ello, tanto los bocetos como el cuadro no contienen ninguna alusión a sucesos concretos, sino que, por el contrario, constituyen un alegato genérico contra la barbarie y el terror de la guerra. Concebido como un gigantesco cartel, el gran lienzo es el testimonio del horror que supuso la Guerra Civil española, así como la premonición de lo que iba a suceder en la Segunda Guerra Mundial. La sobriedad cromática, la intensidad de todos y cada uno de los motivos, y la articulación de esos mismos motivos, determinan el extremado carácter trágico de la escena, que se iba a convertir en el emblema de los desgarradores conflictos de la sociedad de nuestros días.
Guernica ha suscitado numerosas y polémicas interpretaciones, circunstancia a la que contribuye indudablemente la voluntaria eliminación del lienzo de cualquier tonalidad ajena a la grisalla. Al analizar su iconografía, uno de los estudiosos de la obra, Anthony Blunt, divide a los actores de esta composición piramidal en dos grupos, el primero de los cuales está integrado por tres animales: el toro, el caballo herido y el pájaro alado que se aprecia tenuemente al fondo, a la izquierda. Los seres humanos componen un segundo grupo, en el que figuran un soldado muerto y varias mujeres: la situada en la zona superior derecha, que se asoma por una ventana y sostiene hacia fuera una lámpara; la madre que, a la izquierda del lienzo, grita llevando al hijo muerto; la que entra precipitadamente por la derecha; y finalmente, la que clama al cielo, con los brazos alzados, ante una casa en llamas.
En este mismo contexto, tampoco hay que olvidar que dos años antes, en 1935, Picasso había grabado al aguafuerte la Minotauromaquia, obra sintética que condensa en una sola imagen todos los símbolos del ciclo dedicado a este animal mitológico y que es, a la vez, el antecedente más directo de Guernica.
Los acontecimientos de la vida privada de Picasso, junto a los sucesos políticos que atribularon al continente europeo en el período de entreguerras, se fusionan en los motivos creados por el pintor en estos momentos, para dar lugar tanto al propio Guernica como a sus bocetos y post scriptum, considerados como unas de las obras de arte más representativas del siglo XX.
Paloma Esteban Leal.