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Oncología Infantil | ArteTerapia

Arteterapia. Si, así se llama. Pretende mejorar la calidad de vida de pacientes infantiles hospitalizados y familiares, mediante el arte. Uno de los últimos ejemplos es el que ha desarrollado un grupo de estudiantes y profesores de Bellas Artes de la Universidad Miguel Hernández (UHM) de Elche, bajo el nombre de “Como en casa”. Un proyecto de intervención mural en la planta de Oncología infantil del Hospital General Universitario de Alicante, o mejor dicho, un tipo de terapia que consiste en la utilización del arte como vía terapéutica, y que se suele emplear para ayudar a sanar trastornos psicológicos, tratar miedos, bloqueos personales, traumas del pasado, etc. o como en este caso, con un fin técnico de desarrollo personal, autoconocimiento y de expresión emocional.

Muchos terapeutas utilizan la terapia artística para abarcar áreas en las que una terapia verbal no alcanza. Cada vez se emplea más en residencias de ancianos, colectivos con problemas de integración, con deficiencias psíquicas, o con enfermos psiquiátricos, etc. También en el tratamiento de enfermedades como el estrés, la ansiedad, la fibromialgia o los trastornos alimenticios. La Arteterapia es igualmente eficaz para paliar el fracaso escolar, trastornos de atención u otra serie de dificultades que muchos niños tienen en la actualidad. Además gran parte de la pedagogía Waldorf, está basada en fundamentos similares en los que el arte como método pedagógico ha aportado interesantes resultados.

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En Arteterapia Gestalt nadie más que el autor interpreta la obra. El terapeuta ofrece una serie de instrucciones o consignas y ejercicios a realizar, pero es la persona la que sabe lo que su trabajo significa, independientemente de que luego se compartan los resultados con el terapeuta o con el grupo. Por ello es importante que el trabajo se desarrolle sin hablar, que no se produzcan interrupciones externas que puedan sacar al “artista” de la conexión con su tarea. Es mediante la actividad creativa como la persona llega a la realización consciente del ejercicio, en el cual se manifiesta la parte más inconsciente.

Además, no se requiere de unas brillantes dotes artísticas, ni que el resultado de la obra tenga un gran valor artístico. Sin ser necesarias grandes habilidades ni conocimientos plásticos, la obra es siempre valiosa porque nace de la autenticidad del creador. Para lo cual se hace fundamental que el trabajo se haga con la suficiente espontaneidad, responsabilidad, conciencia y sinceridad. El mayor valor es lo que la persona rescata de su interior, lo que descubre y los cambios que se producen dentro de él. Una vez adquirida conciencia, es necesaria una buena dosis de autorresponsabilidad: que la persona se comprometa consigo misma para llevar a cabo ciertas correcciones en su manera de actuar.

Pero es, observando la creación y reflexionando sobre la misma como el terapeuta y el paciente ven reflejado el mundo interno y establecen dónde se encuentra el desequilibrio. Los elementos artísticos son la base para tomar conciencia y sobre la cual posteriormente se empezaran a efectuar cambios que se trasladaran al día a día. Por tanto requiere de un compromiso por parte del paciente, dado que es él quién se ha de responsabilizar en su proceso sanador.

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